Esta triste historia la envió Claudia de Calisto, como una forma de recordarnos a todos lo que significa responsabilidad y tenencia responsable de animales. Corazones muy sensibles, abstenerse... aunque nunca está demás la compasión...
DIARIO DE UN PERRO
Primera semana
Hoy cumplí una semana de nacido. ¡Qué alegría haber llegado a este mundo!
Primer mes
Mi mamá me cuida mucho; es una madre ejemplar.
Segundo mes
Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta, y con sus ojos me dijo adiós, esperando que mi nueva "familia humana" me cuidara tan bien como ella lo había hecho.
Cuarto mes
He crecido rápido; todo me llama la atención. Hay varios niños en la casa, que para mí son como "hermanitos". Somos muy inquietos, ellos me jalan la cola y yo les muerdo jugando.
Quinto mes
Hoy me regañaron. mi ama se molestó porque me hice pipí dentro de la casa... ¡pero nunca me habían dicho donde hacerlo! Además duermo en una pieza, y no afuera... ¡y ya no me aguantaba!
Doce meses
Hoy cumplí un año. Soy un perro adulto. Mis amos dicen que crecí más de lo que ellos pensaban. ¡Qué orgullosos se deben sentir de mí!
Un año dos meses
Qué mal me sentí hoy. Mi "hermanito" me quitó la pelota. Yo nunca agarro sus juguetes, así es que se la quité. Pero mi mandíbula se ha hecho muy fuerte, así es que lo lastimé sin querer. Después del susto me encadenaron, casi sin poder moverme, bajo el sol. Dicen que van a tenerme en observación y que soy ingrato. No entiendo nada de lo que pasa...
Un año tres meses
Ya nada es igual... ahora vivo en la azotea. Me siento muy solo; mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo hambre y sed. Cuando llueve no tengo techo que me cobije.
Un año cuatro meses
Hoy me bajaron de la azotea. De seguro mi familia me había perdonado, y me puse tan contento que daba saltos de gusto. Además me iban a llevar con ellos de paseo. Nos enfilamos hacia la carretera y de repente se pararon. Abrieron la puerta y yo me bajé feliz, creyendo que ahí tendríamos nuestro día de campo. Pero... no sé por qué, cerraron la puerta y se fueron. "¡Oigan, esperen! ¡Se olvidan de mí!". Corrí detrás del auto con todas mis fuerzas... y mi angustia creció al verlo desvanecerse sin que se detuviera. Entonces entendí: me habían abandonado.
Un año cinco meses
He tratado en vano de buscar el camino de regreso a casa. Me siento solo y estoy perdido. En el camino hay gente de buen corazón que me mira con tristeza y me da algo de comer. Yo les agradezco con mi mirada y el alma. Aunque yo quisiera que me adoptaran; sería leal como ninguno. Pero sólo se limitan a decir "pobre perrito, seguro que está perdido".
Un año seis meses
El otro día pasé por una escuela y vi a muchos niños como mis hermanitos. Me acerqué, pero un grupo de ellos, riéndose, me lanzó una lluvia de piedras gritando "¡a ver quién tiene mejor puntería!". Una de las piedras me lastimó el ojo y desde entonces ya no veo con él.
Un año siete meses
Parece mentira; cuando estaba más bonito todos se compadecían más de mí. Ahora estoy muy flaco; perdí mi ojo y la gente más bien me saca a escobazos si tan sólo pretendo sentarme bajo una pequeña sombra...
Un año ocho meses
Casi no puedo moverme. Hoy, al intentar cruzar una calle con muchos autos, casi me atropellan. Según yo, estaba en un lugar seguro, ese que llaman cuneta. Pero no puedo olvidar la mirada de un conductor que incluso se ladeó para pasar sobre mí. Ojalá me hubiera matado... pero sólo me dio un golpe. El dolor era terrible y mis patas traseras no caminaban como antes; con dificultad me arrastré hasta la hierba, al borde del camino.
Un año nueve meses
Ya llevo diez días bajo el sol, la lluvia y el frío, sin comer. Y ya no me puedo mover. Me siento mal y me duele todo; el lugar en donde estoy es muy húmedo y parece que hasta el pelo se me está cayendo. Algunas personas pasan junto a mi y ni siquiera me ven; otras sólo se dicen: "no nos acerquemos".
En un momento en que estaba algo adormilado una fuerza extraña me hizo abrir los ojos. Una mujer, con una voz inesperadamente dulce, me dijo: "pobre perrito, mira cómo te han dejado". Luego un hombre de bata blanca, que estaba junto a ella, comentó: "Lo siento, señora, pero este perro ya no tiene remedio; es mejor que deje de sufrir". Con lágrimas en los ojos, la amable mujer asintió; como pude moví la cola y la miré agradecido. Luego sentí un pinchazo, mientras me preguntaba por qué había tenido que nacer si nadie me había querido. Entonces me dormí para siempre.
Primera semana
Hoy cumplí una semana de nacido. ¡Qué alegría haber llegado a este mundo!
Primer mes
Mi mamá me cuida mucho; es una madre ejemplar.
Segundo mes
Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta, y con sus ojos me dijo adiós, esperando que mi nueva "familia humana" me cuidara tan bien como ella lo había hecho.
Cuarto mes
He crecido rápido; todo me llama la atención. Hay varios niños en la casa, que para mí son como "hermanitos". Somos muy inquietos, ellos me jalan la cola y yo les muerdo jugando.
Quinto mes
Hoy me regañaron. mi ama se molestó porque me hice pipí dentro de la casa... ¡pero nunca me habían dicho donde hacerlo! Además duermo en una pieza, y no afuera... ¡y ya no me aguantaba!
Doce meses
Hoy cumplí un año. Soy un perro adulto. Mis amos dicen que crecí más de lo que ellos pensaban. ¡Qué orgullosos se deben sentir de mí!
Un año dos meses
Qué mal me sentí hoy. Mi "hermanito" me quitó la pelota. Yo nunca agarro sus juguetes, así es que se la quité. Pero mi mandíbula se ha hecho muy fuerte, así es que lo lastimé sin querer. Después del susto me encadenaron, casi sin poder moverme, bajo el sol. Dicen que van a tenerme en observación y que soy ingrato. No entiendo nada de lo que pasa...
Un año tres meses
Ya nada es igual... ahora vivo en la azotea. Me siento muy solo; mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo hambre y sed. Cuando llueve no tengo techo que me cobije.
Un año cuatro meses
Hoy me bajaron de la azotea. De seguro mi familia me había perdonado, y me puse tan contento que daba saltos de gusto. Además me iban a llevar con ellos de paseo. Nos enfilamos hacia la carretera y de repente se pararon. Abrieron la puerta y yo me bajé feliz, creyendo que ahí tendríamos nuestro día de campo. Pero... no sé por qué, cerraron la puerta y se fueron. "¡Oigan, esperen! ¡Se olvidan de mí!". Corrí detrás del auto con todas mis fuerzas... y mi angustia creció al verlo desvanecerse sin que se detuviera. Entonces entendí: me habían abandonado.
Un año cinco meses
He tratado en vano de buscar el camino de regreso a casa. Me siento solo y estoy perdido. En el camino hay gente de buen corazón que me mira con tristeza y me da algo de comer. Yo les agradezco con mi mirada y el alma. Aunque yo quisiera que me adoptaran; sería leal como ninguno. Pero sólo se limitan a decir "pobre perrito, seguro que está perdido".
Un año seis meses
El otro día pasé por una escuela y vi a muchos niños como mis hermanitos. Me acerqué, pero un grupo de ellos, riéndose, me lanzó una lluvia de piedras gritando "¡a ver quién tiene mejor puntería!". Una de las piedras me lastimó el ojo y desde entonces ya no veo con él.
Un año siete meses
Parece mentira; cuando estaba más bonito todos se compadecían más de mí. Ahora estoy muy flaco; perdí mi ojo y la gente más bien me saca a escobazos si tan sólo pretendo sentarme bajo una pequeña sombra...
Un año ocho meses
Casi no puedo moverme. Hoy, al intentar cruzar una calle con muchos autos, casi me atropellan. Según yo, estaba en un lugar seguro, ese que llaman cuneta. Pero no puedo olvidar la mirada de un conductor que incluso se ladeó para pasar sobre mí. Ojalá me hubiera matado... pero sólo me dio un golpe. El dolor era terrible y mis patas traseras no caminaban como antes; con dificultad me arrastré hasta la hierba, al borde del camino.
Un año nueve meses
Ya llevo diez días bajo el sol, la lluvia y el frío, sin comer. Y ya no me puedo mover. Me siento mal y me duele todo; el lugar en donde estoy es muy húmedo y parece que hasta el pelo se me está cayendo. Algunas personas pasan junto a mi y ni siquiera me ven; otras sólo se dicen: "no nos acerquemos".
En un momento en que estaba algo adormilado una fuerza extraña me hizo abrir los ojos. Una mujer, con una voz inesperadamente dulce, me dijo: "pobre perrito, mira cómo te han dejado". Luego un hombre de bata blanca, que estaba junto a ella, comentó: "Lo siento, señora, pero este perro ya no tiene remedio; es mejor que deje de sufrir". Con lágrimas en los ojos, la amable mujer asintió; como pude moví la cola y la miré agradecido. Luego sentí un pinchazo, mientras me preguntaba por qué había tenido que nacer si nadie me había querido. Entonces me dormí para siempre.